San Isidro, que tus lluvias limpien nuestro país de tecnócratas, de abusadores, de malos políticos, de falta de voluntades, de mis propios vicios... ¡tantos lugares por donde deben escurrir tus aguas!
La inmediatez que nos brindan las nuevas tecnologías y la importancia que ha tomado la productividad en nuestras vidas, nos alejan de nosotros mismos y de las sutiles, pero profundas, huellas de Dios. Volver al “ser” tarda solo unos minutos del día.
El Estado y sus instituciones tiene un rol central que jugar aquí, pues cuando se dejan estos asuntos totalmente al libre juego de los intereses particulares suele afectarse considerablemente el bien común.
Arturo Prat gritó “al abordaje muchachos”. Saltó por su país... por el honor. Hoy, miles de peruanos saltan al abordaje... por su dignidad. La diferencia es que no lo hacen para aniquilar al enemigo, sino que para alimentar y cuidar a sus familias.
Justicia y verdad van de la mano. La lucha por la justicia exige establecer la verdad de los abusos y violaciones que suceden día a día. El caso del desaparecido ex sacerdote Miguel Woodward es un vivo ejemplo de ello.
Dios nos llama a reconocer en cada cultura los rostros de aquéllos que se encuentran tras dichas expresiones. No podemos ver la cultura como un simple producto, sino como una manifestación que refleja al mismo ser humano.