Solo mirando la muerte a los ojos, y a nuestra participación en el mal a la cara, muriendo a nuestros sueños omnipotentes, podremos ser aquellos ciegos videntes.
En este tiempo pascual, recordemos: Amar nos deja vulnerables a sufrir el rechazo y su tormento infernal. Pero cuando se abraza el amor, no hay rechazo que pueda matarnos para siempre, el amor es la fuerza y manifestación más agresiva y exitosa de la Vida. Sabiéndolo, cada uno decidirá si corre el riesgo de emprender el camino hacia su propia Pascua.
Si dejamos que el sistema nos abrevie la vida, encerrada es un mínimo espacio de pseudo libertad, habremos abreviado nuestra capacidad de amar. Si no nos animamos a vivir nuestra vida, aun en medio del dolor y el disgusto, algún día nos daremos cuenta que nuestro amor se atrofió, que nuestros sueños se esfumaron, que nos robaron -incluso- nuestro deseo de vivir.