Todos Somos Las Condes
Lapidar (aunque sea digitalmente) al que está haciendo algo evidentemente mal es más fácil que mirar cuánto de eso también puede estar en mis modos de proceder. Algo así como recordar ese pasaje en el que Jesús, en vez de defender a la acusada, les interpela su propia realidad a los acusadores: -“El que esté libre de pecado…” (Jn 8,7). Con eso podemos cambiar el ataque a la persona, por el educar y corregir.