María Belén Tapia
Psicóloga de la Universidad Alberto Hurtado. Trabaja en Hogar de Cristo. Vicepresidenta Apostólica de CVX Jovenes Santiago.
Celebrar el 8 de marzo es reconocer una vez más que las mujeres ocupamos un lugar limitado y segregado en el mundo, por nuestro género. Es recordar categorías y roles impuestos y autoimpuestos que restringen nuestras capacidades y las de los hombres. Es conmemorar injusticias y estructuras de privilegio que dividen a la sociedad entre las débiles y los fuertes.
Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, ¿para qué?
El Ministerio de la Mujer viene a visibilizar la carencia de equidad de género de nuestra sociedad. Carencia que se ve manifestada en desigualdades promovidas por la Iglesia, la educación, la publicidad, la política, e incluso por nuestras propias relaciones cotidianas, donde tanto hombres como mujeres sufren las consecuencias.
Cuando el consumismo genera violencia
En esta fecha florece el mandato social que nos invita a consumir. Comprar los regalos, preparar la cena y la fiesta promueve la sensación de bienestar y de placer, pero en muchas familias el mandato no logra cumplirse. Los bajos ingresos, el desempleo, los trabajos precarios, el endeudamiento y el estilo de vida carente de límites, propicia indudablemente la tensión, la ansiedad, la frustración y la agresividad.
Hacia una economía sustentable y fraterna
Urge impulsar un mercado que reivindique la producción, el financiamiento, el comercio y el consumo, de manera que sea un medio y no un fin. Una propuesta donde el centro esté puesto en el consumo responsable y en la lucha arraigada en una vida creativa e igualitaria, libre de explotación, basada en la comunicación y en la colaboración entre grandes y chicos.
La religión masculinizada
Hay una sensibilidad propiamente femenina que la Iglesia necesita. Al construir relaciones más horizontales, entre hombres y mujeres, removemos las estructuras y hacemos presión en contra de la violencia y el abuso de poder en cualquiera de sus formas.
Roles de género e identidad
Frente a la agobiante estandarización, se vuelve urgente revisar nuestras concepciones de género, cuestionar los roles que hemos asumido, que traspasamos sin darnos cuenta y que replican estructuras sociales desiguales y carentes de fraternidad.
La violencia invisible
Conversar sobre la violencia de género en la pareja es hacer visible la valentía, los esfuerzos y las estrategias de niños y mujeres que sobrellevan dolores agobiantes e invisibles. Resulta imprescindible generar conciencia social y fomentar relaciones más fraternas, donde la vida se comparta y los dolores se acompañen.
Mujeres privadas de libertad: Historias de cuerpos frustrados
La cárcel va dejando marcas, deteriorando física y mentalmente a las mujeres recluidas, dañando el capital humano arraigado en la población femenina, volviéndola vulnerable no solo al interior de la cárcel, sino que también cuando egrese de ella.
La verdadera libertad
Puede sonar paradójico, pero Inés es una mujer libre. Libre porque por amor se dejó morir en la cruz. En la cárcel conoció el dolor, la soledad, el abandono y la miseria; y, cuando estaba muerta, resucitó y encontró la libertad.
El fracaso de la cárcel
El sujeto privado de libertad modifica su identidad, se apega y conoce patrones de relación que antes eran desconocidos. La nueva identidad se va consolidando en la medida en que va siendo útil para la adaptación al nuevo medio; Pero cuando ésta ya no cumple su objetivo tendrá que modificarse nuevamente.